jueves, 17 de enero de 2008

Células madre para reconstruir corazones

Científicos de EE UU vacían un órgano dañado de un ratón, lo rellenan con células primarias de otro ejemplar y logran recrear la víscera, que vuelve a funcionar.
Científicos de la Universidad de Minnesota han completado un ensayo espectacular al vaciar el corazón de un ratón, dejando las válvulas y el tejido nervioso, y después rellenar el conjunto con células madre procedentes de otro ejemplar. La víscera ha vuelto a funcionar. La operación equivale a considerar el corazón como un molde que, si está dañado -por ejemplo, por un infarto-, se vacía y se vuelve a rellenar con células ajenas, lo que permite reconstruirlo con éxito.

Un equipo de científicos de EE UU ha conseguido, a partir de la inserción de células vivas, que el corazón de un ratón vuelva a funcionar. Las posibilidades de aplicar este descubrimiento en humanos se abren, aunque los autores del avance indican que están muy lejos de dar semejante paso. Según han indicado los científicos de la Universidad de Minnesota, su técnica ha consistido, primero, en la extracción de todas las células musculares del corazón muerto de un roedor.

De esa forma, del órgano de partida dejaron sólo lo que se podría denominar estructura base. La técnica para llegar a dejar intacta sólo esa estructura consistió en preservar el tejido subyacente a las células y obtener una especie de andamio cardiaco con vasos sanguíneos, válvulas cardiacas adecuadas y las geometrías auricular y ventricular.

Los investigadores, después, restauraron la composición celular cardiaca sembrando ese andamio con células cardiacas neonatales y manteniéndolas vivas en unas condiciones de cultivo que simulaban la fisiología cardiaca.

A los cuatro días, el equipo observó contracciones en el corazón reconstruido, y el octavo día esa nueva configuración cardiaca pudo generar un bombeo equivalente al dos por ciento del de un corazón adulto de ratón y al 25 por ciento del funcionamiento cardiaco de un feto humano de dieciséis semanas. En un plazo de apenas quince días se pudo comprobar cómo las nuevas células trasplantadas tras ese breve tiempo de multiplicación y reestructuración se habían convertido en un corazón -de alguna forma, en un nuevo corazón- que daba latidos con la asistencia de impulsos eléctricos y que bombeaba pequeñas cantidades de sangre, cumpliendo su función normal.

El experimento dispara las posibilidades de las células madre en un nuevo campo, ya que las células trasplantadas, adultas, se comportan como células madre, y por eso logran reconstruir el corazón vaciado. Los científicos americanos han hecho verosímil con el nuevo procedimiento la utilización de células madre para rellenar una estructura muerta, que, en este caso, ha sido de un corazón, pero en otras hipotéticas situaciones podría tratarse de diversos órganos dañados e irrecuperables, como pulmones, hígado, bazo o páncreas.

Si la innovadora técnica es aplicable a humanos y generalizable a otros órganos, cualquier parte del cuerpo reconstruida de esta forma en el laboratorio conduciría a que el riesgo de rechazo de la pieza fuera prácticamente nulo en el caso de trasplante, porque la compatibilidad con el paciente sería total. No obstante, hay varias dificultades aún por despejar, incluso desde un punto de vista teórico, como, por ejemplo, la necesidad ineludible de lograr que cada célula se sitúe en el lugar necesario. En ese campo, uno de los mayores expertos mundiales es el biólogo español Ginés Morata, reciente premio «Príncipe de Asturias» de Investigación Científica y Técnica. También está pendiente de controlar el proceso de crecimiento, porque, una vez reconstruido el órgano, las células trasplantadas deberían dejar de multiplicarse, pues de lo contrario darían lugar a un episodio canceroso. La doctora Doris Taylor, directora del trabajo, considera que hay que ser muy prudentes a la hora de especular sobre la posible creación de corazones humanos y de otros órganos a partir de tejidos muertos, ya que el proceso requerirá al menos diez años, si es que en algún momento se puede llegar a conseguir. Taylor, muy cauta, indicó concretamente que «lo único que hicimos fue emplear los cimientos de la Naturaleza para edificar un nuevo órgano». Se calcula que unos veintidós millones de personas en todo el mundo viven después de haber sufrido un fallo cardiaco, y que, por otra parte, sólo en EE UU unas tres mil personas necesitan actualmente un trasplante de corazón.

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